Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
Continuamente mantengo diálogo con personas de toda ideología política, algunos de la política de la calle, de adentro pero afuerita y de adentro. No divulgo nombres a menos que lo autoricen porque entre ellos y yo debe haber un pacto de honestidad intelectual que se convierte en un secreto como si fuera de confesión. Aunque la ley no lo proteja, yo no lo voy a divulgar jamás. Lo saben las personas que por años han mantenido identidades secretas que solamente yo conozco con certeza, aunque pueden haber especulaciones y hasta señalamientos de quiénes pueden ser. Ni mi esposa ni mis hijos, a quienes quiero más que nadie y para quienes no tengo secretos, conocen esas identidades.
Cuando hablo con personas de ideología distinta a la mía, me abro para escucharles y siempre aprendo algo nuevo y generalmente bueno. Lo que yo crea en ese momento no es importante, pero da pié a que yo pueda aprender cosas que no sé y a modificar mi valoración de ideas. Eso es un proceso dinámico y refrescante.
Los novoprogresistas vegabajeños siguen entusiasmados con los errores del atún de pollo. Esa frase que la maravillosa y ejemplar empresaria Maripily ha tirado nada menos que en un concurso de preparar alimentos en el que participa opacó, toda otra información del insípido evento y llamó la atención a su persona, no ya en la acostumbrada incorrección de sus frases y palabras, de su canto desafinado de «trato, trato», sino de su innato talento de llamar la atención de cosas absurdas. irreales e incorrectas, lo que le hace el foco de atención, pero sobre todo, lo que nos pone a reír de inmediato.
Pero el atún de pollo al que me refiero que los novoprogresistas quieren que se siga cocinando es la mezcla de contradicciones que al pueblo hace el Gobernador Alejandro García Padilla con la mezcla inapropiada de propuestas y soluciones en los asuntos del
país. Lo más reciente, por no mencionar la sarta de contribuciones y tributos que ha impuesto, la inoperancia de las agencias y las continuas pugnas reales detrás de la aparente unidad de los populares, es haber eliminado, de un plumazo, las multas en los policías invisibles llamados fotomultas. Eso me recordó el sistema de multas de estacionamientos que se dieron durante la administración de Luis Meléndez Cano y la acción similar de Edgar Santana cuando las canceló.

Los penepeístas gozan cada vez que el Gobernador afirma que se tienen que cumplir las leyes y luego sale con una nueva idea para que no se cumplan. Este sistema de resolver asuntos que él mismo crea y luego asume la responsabilidad de resolver y reclamar el crédito heroico ya lo vimos cuando dijo que las agencias acreditadoras «le valían», queriendo decir que no les importaban. Esa frase de macho le valió someterse y aceptar como un corderito la realidad que quiso enfrentar sin el arma del argumento.
Alejandro no ha sido bueno para Puerto Rico, pero ha sido bueno para Vega Baja. Los vegabajeños tenemos que reconocer que hemos comido del atún de pollo, porque creo yo que pensando en la importancia de un pueblo como el nuestro para el futuro pepedeísta y que administra un líder creíble, lo ha apoyado y ha hecho presencia económica, agencial y hasta personal en nuestro pueblo. No estoy de acuerdo con el principio, pero sí con el apoyo. Ese es el menú que hay en el momento.
Están los penepeístas obligados a buscar argumentos para sostener las dos realidades del atún con pollo que se dramatiza en Vega Baja. Es un pollo agridulce que afectará las próximas elecciones.