Por Thomas Jimmy Rosario Martínez Investigadores de la Historia Vegabajeña
La celebración de los Reyes Magos en nuestra tradición vegabajeña y puertorriqueña en realidad dura al menos tres días.
La Víspera es un día insititucionalizado por la tradición. Es un día generalmente de corecorre final para algunos padres, de actividades y fiestas y al final los que tienen niños en su hogar o en su consideración, habrán de preparase para ver la alegría de ellos al despertar, al encontrarse con ellos y en las calles.
En mi casa, la tradición de los Reyes fue la que siempre predominó. La orientación política de mi padre -independentista- imponía la omisión de Santa Claus y realzaba la celebración del Día de Reyes. Por eso, el día antes -5 de enero- era un día de emociones para ellos y para nosotros, Flor, Jossie y yo.
En mi recuerdo, está la búsqueda de la yerba, ponerla en una caja de zapatos y guardarla debajo de la cama. Las camas, eran entonces de pilares en cada uno de sus cuatro lados y se levantaba como un pié del piso, lo que permitía ubicar el producto vegetal que «los camellos comían».
La Fiesta de Reyes era la última celebración. Como a veces el día de Reyes lo sucedía el regreso a las clases al otro día, se inventaron la canción para que los niños tuvieran días adicionales para jugar «con los juguetes que le trajeron los Reyes Magos en Navidad». Por eso digo que la celebración de los Reyes Magos dura al menos tres días.
Los vegabajeños han sido autores de muchas contribuciones en esta tradición. Hay poetas, compositores, talladores, pintores y escritores que han tratado el tema con una imaginación extraordinaria. Lo último que he leído es un ensayo de la poeta Violeta Landrón Quintero incluído en Acontecer Intimo de Roberto Ramos Barreto, titulado «Aquellos Reyes de Antaño» donde nos da una visión de cómo eran las celebraciones navideñas y en especial la Fiesta de Reyes en ese barrio de Vega Baja, junto a infinidad de otros datos generales en su corta obra.
Para mí, siempre llovió la Víspera de Reyes. Mi hermana Flor Rubí que usualmente acentuaba sus emociones y le teníamos respeto por ser la mayor, nos decía que una vez le tocó un zapato a uno de los Reyes. Nunca encontramos la yerba, pero encontramos «rastros de sus calzados» y el recuerdo de imágenes que creímos ver.
El día posterior tiene otras historias. Pero mi recuerdo de esa noche larga, donde los nervios no nos dejaban dormir, me hacer recordarla como la mejor noche de mi niñez. Los reglaos generalmente se compraban en las tiendas de los comerciantes de Vega Baja.
Para otros vegabajeños que tenían la fortuna de recibir, también debe haber sido así. Los demás, cuyos padres no alimentaron la imaginación o se les acortó antes de tiempo, su único regalo tal vez fuera el que le dieron los alcaldes de Vega Baja y algunas almas caritativas que compartieron sus propias Navidades.