El color correcto de la bandera puertorriqueña

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR

La gente habla sin documentarse y hasta los historiadores a veces traen confusión. «Cualquier pedazo de tela puede ser bandera», dijo Betances al ser consultado y el color celeste o marino no es importante. Los segregacionistas sociales quieren dividirnos diciendo que la bandera es azul celeste y citan la historia que han escrito algunos…independentistas y especialmente en el foro prejuiciado que pueden haber hecho del Ateneo Puertorriqueño.

Ayer en Vega Baja había dos banderas gigantes. Una, la que el Gobierno Municipal desplegó en la torre del feo edificio de la Biblioteca Electrónica y otra que trajeron los independentistas desde el Comité Local del Partido Independentista Puertorriqueño. Otras banderas pequeñas fueron repartidas a los asistentes, algunas de las cuales se ubicaron en el mueble alcalditicio desde donde se dirigieron el alcalde, el religioso, las cantantes y el historiador.

¿Saben algo? Todas eran con el fondo azul marino. Ese fondo que le atribuyen maliciosamente a los estadistas porque se parece al de la bandera americana. Solo dos banderas, la que llevó mi padre y la mía personal, que trajimos desde la Fotografía Rosario y que regalamos en el camino,  eran de color azul celeste.

No culpen a nadie. Ese color lo instituyó el Partido Popular desde el principio en que tomó la bandera para el Estado Libre Asociado. Pero el color celeste o el marino,o ambos, nunca lo han hecho oficial. 

Para algunos puristas que quieren que la historia se cuente favoreciendo sus intereses la bandera debe tener el color azul celeste. Si la original la hicieron mirando el cielo de Puerto Rico, ahí tenemos problemas, porque nuestro cielo es rico en tonalidades de azul, cuando no hay nubes y cuando el sol no afecta, con sus rayos y destellos, el color de los amaneceres y atardeceres, especialmente. De hecho, a veces el cielo se ve amarillo o hasta verde, cuando hay mucha energía atmosférica.

Tenemos que aprender más y apasionarnos menos. La pasión nubla el entendimiento, como en las situaciones que plantean los partidos políticos. Pertenecer a un partido y pensar como partido, es pensar en forma incompleta. Tenemos que trascender en muchas cosas de nuestro pasado, presente y futuro. Nadie tiene el monopolio de la verdad, por lo que en la mayor parte de las ocasiones debemos ser eclécticos y respetar a los otros y no pretender que nuestra verdad es absoluta.

El enojoso asunto de las tonalidades de la bandera puertorriqueña, porque ni siquiera hay controversia en los colores, tiene que terminar algún día cuando decidamos utilizar nuestro tiempo a dejar de arrimar las sardinas a nuestro sartén y mejor tener un sartén con sardinas para todos.

Si creemos haber superado el racismo social, no querríamos hacerlo con nuestra nación y sus símbolos. Los que saben más que nosotros, obvian estas controversias, que a nada llevan.