Comienzan las Fiestas de Pueblo

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR

Thomas Jimmy Rosario Martínez 2013En cualquier madrugada de hace cinco décadas, recuerdo que un grupo de músicos se levantaba antes que  nadie a tocar música por el pueblo haciendo saber que comenzaban las Fiestas Patronales. Luego se escuchaban unas explosiones de cohetes de varilla larga que lanzaba alguno de los distintos pirotécnicos que le servían al Gobierno Municipal ó «Municipio», como se le llamaba entonces a la estructura gubernamental local.

Mi padre captó a uno de esos músicos naturales. Estos iban a pie, otros iban en el camión de la basura o la transportación que apareciera. En algunas ocasiones, hubo bandas de acero, que eran instrumentos que se hacían con drones de metal, a la usanza de las bandas de las antillas menores.

062-0 Retreta F Patronales VB 1957La música, es pues, la primera señal de que había Fiestas Patronales. Luego las picas, las mesas de juego, las máquinas de diversión alrededor de la Plaza y el templete para completar los símbolos de aquel tiempo. En el lado este de la Plaza, estaba el palo encebao.

Por la noche, los kioscos con frituras y bebidas. Yo prefería los de la Iglesia Católica, que tenían los postres que por diez días nutrían en exceso el azúcar de este futuro diabético. Dulces y saladas, así eran las Fiestras Patronales.

Por la noche, los espectáculos de cantantes, grupos, vedettes, orquestas. Más fuegos artificiales pero cuando ya había oscuridad aparecían los de colores. Al final de la noche había baile en el templete forrado con pencas y de vez en cuando una pelea por alguna mujer. Algún tajo o cabeza rota. Las cervezas eran de botella de cristal. No había latas ni plástico.

Tenía una de las vistas más cerca, pues vivíamos en la Calle Acosta 66, justo donde está la Fotografía Rosario. Cuando nos mudamos a Montecarlo, seguimos viniendo todos los días y todas las noches. Nuestra experiencia, sin dura, fue completa. Lo vimos todo, lo sentimos todo, lo oímos todo, lo probamos todo y lo olimos todo. Lo bueno y lo malo

Esa experiencia histórica dibujó nuestra sonrisa por muchos años. Hoy día recordamos con nostalgia pero nos contagia la alegría de los organizadores y de los participantes en las Fiestas de Pueblo. Esto es lo más cercano a la esencia del vegabajeñismo.

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