El Nuevo Día| Un «Monuments Man» boricua

Nota de redacción: Incluímos esta información ya que la persona entrevistada es residente de Vega Baja.

La historia del artista Félix Bonilla Norat, el único hispano del selecto grupo que rescató obras importantes europeas. Vídeo

Por Andrea Moya Muñoz / andrea.moya@elnuevodia.com

Bonilla Norat (extrema izquierda) junto a varios curadores del Louvre al descubrir la pintura de Francisco Goya, El tiempo de las viejas. (Suministrada)

Una de sus anécdotas- y tenía muchas- era la de cuando se tropezó con Adolf Hitler en un museo en Munich. El autor de la Segunda Guerra Mundial era tan sólo el canciller de Alemania en ese momento y el joven Félix Bonilla Norat era tan sólo un estudiante de arte viviendo en Europa a finales de los años 1930.

Uno de los guardaespaldas de Hitler lo levantó, y el puertorriqueño miró fijamente al futuro Führer y le dijo que le recordaba a un tío de él.

«Yo me lo imaginaba grande y era chiquito. Se parecía a un tío mío de ojos claros», le contaría muchos años después a sus hijos y a sus estudiantes de la Universidad de Puerto Rico.

En ese momento nadie podía haber predicho el efecto que ese pequeño austriaco tendría en la historia mundial, ni podía el estudiante puertorriqueño imaginarse el papel que ejercería dentro de ese oscuro capítulo.

Al fenecido artista Félix Bonilla Norat (1912-1992) se le conoce mayormente por sus pinturas y sus críticas de arte, publicadas en el periódico The San Juan Star. Los que lo tuvieron como profesor de teoría de color o de murales en la UPR, entre el 1955 y el 1975, recuerdan sus excentricidades, como su tendencia de entrar al salón de clase por la ventana. Los que lo conocieron personalmente lo describían como «charlatán», hablador, extrovertido, lector voraz de todo: filosofía, la teoría de la relatividad, Freud… Estudiantes de arte de hoy en día saben que es «importante», aunque tal vez no saben exactamente por qué.

 

Reconstruyendo la vida militar de Félix Bonilla Norat

Los dos hijos del artista y un historiador se han dado la tarea de descubrir la contribución del artista boricua a los Monuments Men en la Segunda Guerra Mundial

Además de crear «700 y pico» de obras– «que no son tantas», aclara su hijo Juan Bonilla Baker en entrevista con El Nuevo Día– Félix Bonilla Norat fue uno de los integrantes del programa de Monumentos, Artes Plásticas y Archivos (MFAA, por sus siglas en inglés) que rescató miles de obras de arte y de patrimonio cultural europeo durante la Segunda Guerra Mundial. Mejor conocidos como los «Monuments Men», o Hombre Monumentos.

George Clooney ha sido clave en traer este grupo a la conciencia popular, gracias a su película que estrenó hace unas semanas, con Matt Damon, John Goodman, Cate Blanchett y el mismo Clooney como sus protagonistas. Pero los «Monuments Men» verdaderos, según los describe la Fundación de Hombres Monumentos, fueron un grupo de aproximadamente 345 hombres y mujeres de 13 diferente países, entre ellos directores de museo, comisarios, historiadores de arte, artistas, arquitectos y educadores. Su trabajo era simple: proteger los tesoros culturales según lo permitiera la guerra. El único latino en el grupo, que se conoce, fue Bonilla Norat.

Así lo afirma el historiador de la ciudad de Bayamón, Daniel Ramos, quien junto a Bonilla Baker ha trabajado documentando e investigando sobre el rol de Bonilla Norat en este grupo militar. Los unió una exhibición celebrada el año pasado para el centenario de Bonilla Norat en el Museo Francisco Oller de Bayamón. Mientras recopilaban dibujos y fotografías, surgió una imagen en particular que le llamó la atención a Ramos.

«Ese documento es bien importante porque nos establece el vínculo directo de Bonilla con los Hombres Monumentos», explica el historiador. «Es una fotografía donde aparecen James Rorimer [futuro director del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York], varios curadores del Louvre y otros, incluyendo a Bonilla, y está detrás [la pintura de Francisco Goya] que ellos descubren, El tiempo de las viejas.»

Una anotación al fondo, con la letra del mismo Bonilla y reflejando su sentido del humor, leía: «Se abrió la primera y única caja, mi regalo de cumpleaños». La fotografía de ese primer cajón abierto por los Hombres Monumento en Le Grand-Lucé, una comuna en la región de Sarthe en Francia, luego le da la vuelta al mundo al ser publicada en Newsweek, agrega Bonilla Baker.

Esa fue tal vez la primera pieza del rompecabezas que, por medio de expedientes militares, dibujos, fotos y documentos que Bonilla Norat guardó en su casa, todavía está tomando forma.

De lo que sí se sabe es que el artista entró al ejército en 1941, formó parte de los Hombres Monumentos posiblemente desde 1943, cuando se crea el grupo, y como parte del Tercer Ejército, Bonilla Norat llegó a territorio francés luego de la invasión de Normandía el 6 de junio de 1944. Una vez en Francia, a Bonilla Norat le encargan la región de Sarthe.

Desde el 1938, el Louvre y los museos nacionales, la Biblioteca Nacional, y otros centros de patrimonio cultural habían comenzado a esconder sus obras de arte en castillos por todo el país para protegerlas de una posible guerra.

«Entonces le asignan esta región que es bastante amplia, está llena de castillos, y recibe Bonilla las listas de los lugares donde están ocultas estas piezas», explica Ramos. Su trabajo durante ese tiempo fue como enlace entre los Hombres Monumentos y el gobierno estatal francés para encontrar y mover esas piezas. Estos listados son parte de la documentación que guardó Bonilla Norat.

Puede que el cajón que contenía la pintura de Goya fuera el único que vio abrir antes de ser movido a otro sitio, según escribe el mismo Bonilla Norat en una carta. A donde fue enviado todavía no se sabe con seguridad. Posiblemente fue transferido a Alemania o a Austria en otra misión de rescate de obras de arte, tal vez restaurando obras. Antiguos documentos anotados por Bonilla Norat sugieren muchas posibilidades.

Una vez sale del ejército en 1945 pasa un tiempo en Nueva York antes de establecerse finalmente en Puerto Rico donde vive hasta su muerte el 1992.

Lo que le sigue a Ramos y Bonilla Baker son proyectos de recopilación de información para terminar de formar el cuadro de este hombre que fue maestro, artista, crítico de arte, padre de familia y participe de una importante misión para rescatar algunas de las piezas de arte más importantes del mundo en su momento de mayor vulnerabilidad.

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