Por Gerardo G. Otero Ríos / gerardo.otero@primerahora.com 02/14/2014 | 00:00 a.m.

La pareja se casó finalmente en el 1963 y, desde ese entonces, han sido dos almas inseparables.
Vega Baja. Nunca es tarde cuando la dicha es buena.
Eran los años cincuenta cuando Juan Viera Sierra y Carmen Álamo Torres -ambos de 77 años- cruzaron sus miradas por primera vez durante la celebración de las fiestas patronales de la Ciudad del Melao Melao.
Eran apenas unos adolescentes con intenciones contrarias: doña Carmen no quería tener novio y don Juan -un eterno romántico- pensó que ella era la jovencita más hermosa que había visto.
“Nunca nos habíamos visto pero él enseguida se enchuló de mí”, dijo, doña Carmen, sonriendo y recordando claramente ese primer encuentro.
“Él se acercó a mi y me preguntó mi nombre y dónde vivía”, relató, al revelar que le había mentido en todas sus contestaciones pues “no quería saber de novios”.
Y así fue. Doña Carmen se mantuvo distanciada de don Juan y a pesar de que él le “llevaba dulces, bombones y le sonreía”, por alguna razón u otra, ella no mostraba interés.
Pero la hermana mayor de doña Carmen era novia de un primo de don Juan y fue a través de esa relación que estos dos tortrolitos llegaron a conocerse mejor.
La pareja se casó finalmente en el 1963 y, desde ese entonces, han sido dos almas inseparables.
Mientras ella asistía a la escuela superior, él trabajaba en una farmacia cercana. Íntimamente, ella deseaba llamar la atención de aquel chico al que ignoró por los pasados cuatro o cinco años.
“Le gritaba cosas, le decía: ‘barre bien’… y eso él lo tomó como una señal y comenzó a invitarme a salir”, rememoró.
Dona Carmen lo rechazó una y otra vez, aunque confesó haber utilizado en varias ocasiones el viejo truco de pedirle a sus amigas que estuvieran pendientes por si él la miraba.
Frustrado por no contar con la atención de su chica ideal, don Juan decidió probar su suerte con otras jóvenes. Claro, por eso de darle celos a doña Carmen, se intentó convencer a sí mismo pensando que ella “no era la única que existía”.
“Pero no tuve suerte. Era cosa divina, que ella era la indicada, porque las demás no me hacían caso”, dijo el hombre, quien se las tuvo que ingeniar para poder conquistarla.
Al cabo de un tiempo, doña Carmen cedió a la insistencia de don Juan y ambos comenzaron a salir en pareja.
Sin embargo, poco tiempo después de pedirle la mano, doña Carmen se tuvo que marchar a Chicago para ayudar a su hermana, que acababa de dar a luz. Él, por su parte, se alistó en el Ejército y cumplió dos años de servicio antes de regresar y casarse con su prometida.
“Fue difícil pero siempre nos escribíamos cartas y nos veíamos todas las veces que teníamos la oportunidad, aunque fueron muy pocas”, dijo ella.
La pareja se casó finalmente en el 1963 y, desde ese entonces, han sido dos almas inseparables. El 27 de abril de este año cumplen 51 años de compartir un matrimonio tan firme y leal, como lo ha sido desde el día en que se prometieron amor eterno.
“No ha existido un matrimonio que no haya peleado pero la diferencia es que nosotros sí hemos discutido, sí hemos peleado pero siempre nos hemos sentado a reflexionar sobre el problema que teníamos y lo hablábamos”, manifestó don Juan, al destacar que la buena comunicación ha sido la pieza clave detrás de su larga relación.

