Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
Marcos Cruz, nuestro alcalde, en la voz popular, tiene más calificativos negativos que positivos, porque antes de su elección habían muchas expectativas -injustas algunas, irreales, otras, de parte de sus compañeros de partido y de la oposición política.
Para su primera juramentación quiso ser ecuánime con los que le llevaron a la primer posición electiva de Vega Baja y vistió ropa tricolor. Luego se enfrentó a los populares que querían puestos como los había diseñado la pasada administración -35 de confianza, entre ayudantes y Directores- y los redujo notablemente. Paró la contratación viciosa y mediante negociación redujo el pago por la disposición de la basura y transó el caso de la demanda de los policías.
Le dicen el «quedao» porque se le acabó la gasolina del vehículo oficial, el «hermético» porque no dice mucho de lo que hace y el «lento»porque piensa mucho las cosas antes de hacerlas.
Hace años que les dije que Marcos Cruz tiene un carácter flemático, de acuerdo a una vieja calificación que se les da a los individuos que creo que comenzó con Hipócrates y que dividía los humores de las personas. Esto fue adoptada por los filósofos y físicos de las antiguas civilizaciones griega y romana. Según estos, el cuerpo humano está lleno de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indica el estado de salud de la persona. Cuatro clasificaciones fueron establecidas que son melancólico, colérico, flemático y sanguinario.
Nunca he oído a Marcos decir una mala palabra, tampoco lo he visto con coraje. Sólo en una ocasión cuando lo confrontaba con unas alegaciones sobre críticas sobre su personalidad, suspendió la conversación pero sin demostrar emoción negativa ni despectiva. Es de hablar lento, pausado, no es un gran orador, pero la gente respeta lo que dice, porque es muy educado y considerado. Es sumamente diligente. Cuando uno cree que se ha olvidado de un asunto, viene de improviso con la solución ya sobre rieles.
Hoy se propuso hacer una peripecia, que si yo fuera su asesor, le diría que no lo hiciera. En un vuelo aéreo temprano y en asiento económico, viajaría a Nueva York. Allí tiene una cita para algo ambiental relacionado con el vertedero municipal. El «hermético» no me dió detalles y el «flemático» aguantará sin chistar la rutina apretada de su viaje. Luego que termine su gestión oficial regresará en el avión que esté disponible. No se quedará a pasar la noche ni antes ni después. No se aprovechará del grifo de dinero municipal para disfrutar de los beneficios marginales de su trabajo.
Eso ya lo hizo uno de sus predecesores quien gastó dinero sin comprobantes para justificarlos después. El leyó el informe del Contralor sobre un viaje similar de Edgar Santana, y como persona honrada y sabia, ni siquiera quiere dejar el márgen de la duda.
