Carlos M. Ayes Suárez| Fiscalizar o no fiscalizar

 Carlos M. Ayes Suárez

Carlos M. Ayes Suárez

Cuando entramos a la caseta electoral elegimos un candidato a alcalde sin pensar que nos pasaría lo mismo que le pasó al personaje que compró una vaca por medio peso sin esperar que le diera un torito de gratis.

Se darán cuenta de que me dio de nuevo con volver a escribir. Más bien, con fiscalizar porque pude haber dado la impresión de que la fiscalización que hice de las pasadas administraciones penepés fue por razones únicamente personales.

Aunque admito que no pude dejar de lado mis prejuicios contra ellos, soy igual que el resto del pueblo; mi salario no me alcanza para llegar al final de la quincena, ando loco buscando un segundo o tercer trabajo, dejé de pasear para que me alcance la gasolina para trabajar, estoy jalto de la comida china por barata y abundante, me estaciono a orillas de la plaza pública para acceder al “wi-fi” gratuito  gubernamental y juego pega 2, pega 3, pega 4 y loto. Claro, con revancha. De vez en cuando compro mi kikiriki. Y no se trata precisamente del pintoresco gallo enano de nuestros corrales si no de otra modalidad de juego de azar. Soy irreverente y ya no me trago ningún cuento. Tal vez sea porque me han hecho todos los cuentos y ya los conozco. A decir del laureado poeta español León Felipe.

Nunca nadie dijo, al menos que yo sepa, que una vez llegaba un nuevo alcalde al pueblo tenía que presentarle cuentas al pueblo que lo eligió o no lo eligió sobre su obra de gobierno dentro de los primeros cien días. Pero como ya pasaron más de cien días y no logro entender cuál ha sido la obra de gobierno del alcalde Marcos Cruz Molina quisiera saber por qué los faroles de bolas de Luis Meléndez Cano se encuentran unos prendidos, otros apagados y otros sin bolas semejando una ciudad después de un ataque militar aire-tierra o tierra-tierra.

Parece que el militarismo permea nuestra forma de ser. Si no hay dinero tampoco hay excusas para removerlos o, ¿estaban esperando por el nuevo año fiscal? Pero, ¿cuánto dinero hace falta para remover el adefesio que Luis Meléndez Cano instaló en la entrada oriental del pueblo que una vez se prendió dejó de funcionar (como el famoso trencito que la comitiva popular compró en Portugal) y jamás volvió a informar a ningún transeúnte?

No importa por donde entres al pueblo vas a encontrar abandono y deterioro. Por el oriente el letrero electrónico enmohecido; por el occidente una fuente con un pescao enmohecida con agua estancada y una biblioteca clausurada; por el norte, un edificio para biblioteca enmoheciéndose y cayéndose en cantos; por el sur, pues por el sur no hay entrada.

Dirán que Marcos Cruz no tiene nada que ver con esto; que todo lo heredó de las administraciones pasadas. Pero, ¿acaso no tiene él la responsabilidad vicaria en este momento? ¿Para qué quería ser alcalde? ¿Elaboró o no elaboró un plan de gobierno para “levantar a Vega Baja”?  Les admito que su consigna no me gustó nunca ni me gusta aún. Levantar a un pueblo, ¿Qué significa? Que está sentado, acostado, derribado o de rodillas. Y me parece que haría falta más de un Edgar Santana Rivera para que nuestro pueblo no se mantenga en pie.

Que cometimos errores eligiendo a un corrupto como Edgar Santana Rivera es verdad. Pero, no ha sido el único error político que hemos cometido.  Ya tendremos la oportunidad de hablar sobre eso. Más de un empleado municipal adepto a la ideología política del nuevo alcalde, me ha expresado su insatisfacción y descontento con éste. En el momento en que serví de paño de lágrimas de éstos, me advertían que a pesar de haber transcurrido tanto tiempo desde que este se sentó en su oficina, no había visitado sus dependencias.

Los empleados penepés hablan de “cacería de brujas” cuando celebran sus conciliábulos. Pero era de esperarse, ¿quién duda que en cada elección los partidos en oposición “demonizan” a sus contrarios y cuando tienen el control se quejan de que los opositores “demonizen” todo lo que hacen. Que en última instancia se trata del diablo investigando el infierno.

Un personaje de nuestro pueblo que en su enajenación se cree abogado, me comentaba un día que coincidimos en un establecimiento comercial de nuestro pueblo que “Marcos Cruz no brega”. Comenzó a gesticular ademanes de una persona arrogante para hacerme entender su opinión sobre el alcalde. Y es que no hay que estar muy enajenado para darse cuenta de que se está forjando una visión del nuevo alcalde que está lejos de permitirles ver en él la persona que podrá “levantar a Vega Baja”.  Antes de que intente su quijotada debería arreglar los bloques de las jardineras de las isletas de la carretera militar. Para eso no necesita el presupuesto del próximo año fiscal. O debería apuntalar las ruinas de la “Junior” antes de que se derrumbe. O al menos erradicar los árboles parásitos que quiebran las paredes.

Escuchaba los otros días decir que si los malos hacen lo que hacen es porque los buenos no hacen nada. Y como yo, como en casa y bebo en el río, he decidido no permitir que los malos sigan haciendo lo que están haciendo o deshaciendo sin yo hacer nada.

En otras palabras, seguiremos fiscalizando.

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