Por Carlos A. Narváez Rosario, http://www.vocero.com
Será recordado como el mayor ‘asalto’ sobre el ring. Y no por tratarse de una luchada contienda, sino por la trampa que hubo detrás de ella.
Hace 30 años, el 16 de junio de 1983, en el Madison Square Garden de Nueva York, un joven invicto y gran prospecto junior mediano, Billy Ray Collins, Jr. fue víctima de una de las más brutales golpizas cuando enfrentó al puertorriqueño, natural del Bronx, Luis Resto.
Un revés que destapó una de las más inmorales artimañas que se hayan producido en el deporte de los guantes para lograr una victoria y que luego también obligó a mayores regulaciones en el deporte.
Un plan que tuvo sus consecuencias físicas cuando terminaron poco después con la carrera de un joven de 21 años de Memphis, que ya daba sus primeros pasos hacia un dominio en su división.
El caso que es recordado con el nombre de la persona a quien se le atribuye el vergonzoso acto: el entrenador Carlos (Panamá) Lewis, que en los años ochenta ganó gran renombre en el deporte por su trabajo en las esquinas de los excampeones Roberto Durán y Aaron Pryor.
Lewis fue acusado de haberle retirado el acolchado a los guantes de Resto antes de subir al enfrentamiento con Collins.
El efecto de esta trampa fue evidente a partir del cuarto asalto del pleito pactado a diez, cuando el rostro de Collins reflejaba una brutal inflamación que distaba mucho de haber sido provocada por simples golpes. Más aún cuando Resto lucía casi sin rasgos de batalla.
El ver a Collins de un lado y a Resto del otro mostraba dos historias totalmente diferentes. También muy difíciles de explicar.
“¡Le retiraron todo el acolchado a este guante!”, se escuchó exclamar al padre de Collins. “¡Se lo retiraron por completo!”, agregó cuando saltó a revisarle las manos de Resto al concluir el pleito.
Resto conectó un total de 450 golpes a la cabeza de Collins, Jr. Al bajar del ring, lo hizo con los guantes puestos lo que levantó aún más sospechas.
Resto (19-7-3 y 8 nocauts) se impuso por decisión unánime ante Collins (14-0, 11 KOs). Pero el resultado fue invalidado más tarde por la Comisión Atlética de Nueva York.
Más tarde, tanto Resto y Lewis fueron acusados por alterar los guantes de forma ilegal y como resultado de la acusación, en 1986 ambos fueron ingresados en la cárcel por los cargos de asalto, conspiración y posesión de armas (sus puños). Resto estuvo tres años tras las rejas y Lewis seis.
“Hizo todo lo que pudo para ganar. Pero estaba ante un hombre con las manos descubiertas”, comentó con gran pesar Collins, Sr.
Collins, Jr. murió en 1984, al estrellar su auto en medio de una depresión por saber que no podría regresar al ring.
Las historia de este combate revivió hace unos años cuando al entonces campeón welter mexicano, Antonio Margarito, se le encontraron varias tiras de yeso en el vendaje que utilizaría para su pelea ante ‘Sugar’ Shane Mosley en el 2009.
Venía de superar seis meses antes al boricua Miguel Ángel Cotto por nocaut técnico en el undécimo asalto, en un combate en el que no se descartó que Margarito y su entrenador Javier Capetillo hubieran utilizado la misma estrategia a juzgar por las lesiones que Cotto presentaba en su rostro. Más tarde, Margarito y Capetillo fueron suspendidos por los hechos.
